La contaminación no siempre es física. En masas de agua de gran
extensión, las ondas sonoras pueden propagarse a lo largo de kilómetros
sin perder intensidad. La presencia cada vez mayor de sonidos de gran
potencia o constantes procedentes de barcos, sónares, instalaciones
petrolíferas e incluso de fuentes naturales como terremotos
puede
alterar los patrones de migración, comunicación, caza y reproducción de
muchos animales marinos, en especial los de mamíferos acuáticos como la
ballena y el delfín.
El fin de la era de la «dilución»
El hombre comienza a percatarse de la insostenibilidad de la filosofía
de la «dilución». Muchas leyes nacionales y protocolos internacionales
prohíben en la actualidad el vertido de sustancias nocivas en los
océanos, si bien su aplicación es a menudo incierta. Se están creando
santuarios marinos con el fin de mantener ecosistemas marinos prístinos.
Asimismo, se están llevando a cabo iniciativas aisladas que han logrado
cierto éxito en la restauración de estuarios y bahías.
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